Pero que gusto da trabajar con GENTE APAÑÁ, que luego se van de viaje para darnos sana envidia y al regreso nos cuentan sus peripecias al otro lado del Atlántico. Bueno, así el CAFÉ DEL VIAJERO podrá seguir haciendo honor a su nombre!!!
Celia no se lo pensó dos veces, cogió a su Alfonso, al pobre uno (su perro) lo dejaron a buen recaudo, hicieron mochilas y volaron para Chile. Y nos mandaron no una sino DOS!!! Postales. ¡Ozú que arte tiene esta juventud!!