Nos parece perfecto el derecho a la huelga y la LIBERTAD de cada persona para ejercerlo. Lo que no puede ser es que se nos presenten ayer por la noche un grupo de sindicalistas exaltados, de forna violenta e intimidando, obligándonos a la fuerza a cerrar nuestro comercio. Gracias a la Policía Nacional la cosa no fue a más, todo quedó en un par de vasos rotos. Cosas de la vida, antes eran los sindicatos los que defendían la libertad en la calle y la policía pegaba, ahora parece ser que ocurre exactamente lo contrario. Lamentablemente no es nuestra opinión personal, es un hecho vivido en primera persona.